Vivir el presente: Libérate del pasado y abraza el ahora

Vivir el presente es un arte que el ser humano a menudo olvida en la vorágine de su existencia. Es un acto de valentía, un salto hacia la libertad que requiere soltar las cadenas del pasado y abrir los brazos al ahora, un momento que respira y pulsa con vida. El pasado, con sus recuerdos, errores y alegrías, tiende a anclarnos como un barco atrapado en aguas profundas, mientras el futuro, con sus promesas y temores, nos tienta a proyectarnos más allá de lo que podemos controlar. Pero en medio de esta danza entre lo que fue y lo que será, el presente se ofrece como un regalo —un «presente» que, paradójicamente, raramente abrimos con la atención que merece.
El pasado tiene un poder inmenso sobre nosotros
El pasado tiene un poder inmenso sobre nosotros. Cada experiencia, desde las más dolorosas hasta las más luminosas, deja una huella en nuestra mente y cuerpo. Un fracaso amoroso puede hacer que desconfiemos del amor futuro; una infancia marcada por críticas puede sembrar inseguridades que persisten en la edad adulta. Estas memorias no solo habitan en nuestra cabeza, sino que se alojan en nuestros músculos, en nuestras respiraciones cortas, en la forma en que evitamos ciertos lugares o personas. Vivir atrapado en el pasado es como cargar una mochila llena de piedras: cada paso se vuelve más pesado, y el presente, que debería ser ligero y lleno de posibilidades, se oscurece. La culpa, el arrepentimiento y el «si tan solo hubiera…» son ladrones silenciosos que roban la paz del ahora.
Liberarse del pasado no significa negarlo
Liberarse del pasado no significa negarlo o pretender que no existió. Es un acto de compasión hacia uno mismo, un reconocimiento de que lo que fue ya no define quién eres. La reprogramación mental, un concepto que combina técnicas de coaching y psicología, puede ser un aliado poderoso en este proceso. Implica identificar los pensamientos automáticos que nos atan —»nunca seré suficiente» o «todo termina mal»— y reemplazarlos con afirmaciones que nos anclan en el presente: «estoy aquí, soy suficiente ahora». Este cambio no ocurre de la noche a la mañana; requiere práctica, paciencia y, a veces, el apoyo de un guía que nos ayude a desentrañar las capas de dolor. La biodescodificación, por su parte, nos invita a escuchar al cuerpo, a notar dónde se alojan esas memorias —un nudo en la garganta, una rigidez en los hombros— y a liberarlas con intención, devolviéndonos la ligereza que merecemos.
Abrazar el ahora es todo un desafío
Abrazar el ahora, por otro lado, es un desafío en un mundo diseñado para distraernos. Las notificaciones del teléfono, las listas de pendientes, los planes a largo plazo nos arrancan de este instante. Sin embargo, el presente es el único lugar donde la vida realmente ocurre. Es en el ahora donde saboreamos el café de la mañana, donde sentimos la brisa en la piel, donde conectamos con alguien que amamos. Vivir el presente no es ignorar el futuro ni borrar el pasado, sino encontrar un equilibrio donde el momento actual se convierte en el centro de nuestra existencia. Es un estado de consciencia que nos permite responder en lugar de reaccionar, actuar con intención en lugar de ser arrastrados por patrones antiguos.
¿Por qué hacemos las cosas tan difícil y luego nos quejamos?
¿Por qué es tan difícil? Porque el cerebro humano está cableado para protegernos, y esa protección a menudo significa aferrarse a lo conocido, incluso cuando duele. El pasado, con sus certezas, ofrece un refugio, mientras que el presente exige coraje para enfrentarlo sin guiones preescritos. Además, la sociedad nos empuja a vivir para el mañana: ahorra para la jubilación, planifica tu carrera, asegura tu futuro. Pero ¿qué pasa si ese futuro nunca llega? La pandemia reciente, con su lección brutal de incertidumbre, nos mostró que el ahora es frágil y valioso. Muchas personas, al enfrentar la pérdida o el encierro, descubrieron que lo que realmente importa está en los pequeños momentos: una conversación, una risa, un atardecer.
Para vivir el presente debemos soltar primero
Para vivir el presente, primero debemos soltar. Soltar no es olvidar, sino perdonar —a los demás y a nosotros mismos—. Perdonar al ex que nos lastimó, al jefe que nos despidió, a la versión de nosotros que cometió errores. Este acto de liberación no borra los hechos, pero los despoja de su poder sobre nosotros. Una técnica práctica es la escritura terapéutica: tomar un papel y verter todo el dolor del pasado, luego quemarlo o guardarlo como un ritual de despedida. Este gesto simbólico ayuda a cerrar capítulos y abrir espacio para el ahora.
El mindfulness es un hábito que debes adquirir
Otra clave es la atención plena, o mindfulness, que nos entrena para anclarnos en el momento. Sentarse en silencio, observar la respiración, notar los sonidos a nuestro alrededor —el canto de un pájaro, el rumor del viento— es un ejercicio simple pero poderoso. Al principio, la mente se rebelará, saltando al pasado o al futuro, pero con práctica, aprenderá a quedarse. Este hábito no solo reduce el estrés, sino que nos conecta con la belleza del instante, un regalo que a menudo pasamos por alto.
No vivas todo el tiempo en la incertidumbre y el miedo
Vivir el presente también implica abrazar la incertidumbre. El miedo a lo desconocido —a no tener todo resuelto— nos empuja a refugiarnos en lo que fue o en lo que planeamos que será. Pero la vida no viene con guion. Abrirnos al ahora significa aceptar que no controlamos todo, y que está bien. Esto requiere cultivar la confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad para enfrentar lo que venga. Un ejercicio útil es la visualización positiva: cerrar los ojos e imaginarte manejando un desafío actual con calma y éxito, reforzando la idea de que el presente es suficiente.
Vivir en paz, es vivir en el presente, en el ahora
¿Qué ganamos al vivir el presente? Paz, en primer lugar. La mente deja de batallar con lo que no puede cambiar y se alivia de la ansiedad por lo que aún no llega. Ganamos claridad, porque al estar aquí, podemos tomar decisiones desde un lugar de consciencia, no de miedo o hábito. Y ganamos conexión, con nosotros mismos y con los demás, porque el presente es donde las relaciones florecen. Un abrazo, una mirada, una palabra amable: todo ocurre ahora.
No estarás exento de piedras en el camino
Sin embargo, este camino no está exento de obstáculos. La tentación de volver al pasado es constante, especialmente en momentos de dolor o aburrimiento. La sociedad también nos presiona a planificar, a medirnos por logros futuros, lo que puede hacernos sentir que vivir el presente es una pérdida de tiempo. Pero cada vez que elegimos detenernos, respirar y notar el ahora, reforzamos un músculo interno que se fortalece con la práctica. Es un acto de rebeldía contra la prisa, un regreso a lo esencial.
La actitud es lo que se te mide ante las crisis
Un ejemplo vivo, es el de quienes han enfrentado crisis. Personas que perdieron trabajos, seres queridos o salud a menudo descubren, tras el impacto inicial, que el presente les ofrece una nueva oportunidad. Aprenden a valorar lo que tienen —un amanecer, una conversación— y a soltar lo que ya no está. Esta lección, aunque dura, es universal: el presente es el lienzo donde pintamos nuestra vida, y cada instante es una pincelada que podemos elegir con intención.
Inspírate en la naturaleza que es sabia
Para abrazar el ahora, también podemos inspirarnos en la naturaleza. Los árboles no se preocupan por el invierno pasado ni temen el que vendrá; simplemente crecen, hoja a hoja, en el ciclo presente. Observar un río que fluye, sentir la tierra bajo los pies, nos recuerda que la vida es movimiento, y que ese movimiento ocurre solo aquí. Integrar pequeños rituales —un paseo consciente, un momento de gratitud antes de dormir— nos ancla en esta verdad.
Finalmente, vivir el presente es un acto de amor. Amor hacia nosotros mismos, al darnos permiso de estar donde estamos sin juzgarnos. Amor hacia los demás, al prestarles atención plena. Y amor hacia la vida, al aceptarla tal como se despliega. Libérate del pasado no como un acto de negación, sino como un regalo que te devuelves. Abraza el ahora no como un destino, sino como un comienzo. Cada respiración es una oportunidad para empezar de nuevo, para ser plenamente vivo en este momento exacto.
¿Por qué pensamos siempre en el pasado y en negativo?
Nuestro cerebro, está programado para la supervivencia. En este sentido, tiende a recordar más los eventos negativos que los positivos, una tendencia conocida como “sesgo de negatividad”. Esto, se debe a que las experiencias difíciles generan un impacto emocional más fuerte, lo que hace que queden grabadas con mayor intensidad en nuestra memoria.
Las razones más comunes por las que nos quedamos atrapados en el pasado son:
- Culpa y remordimiento: Nos castigamos por errores que cometimos, sin darnos cuenta de que el pasado ya no se puede cambiar.
- Miedo al futuro: Cuando sentimos incertidumbre sobre lo que vendrá, buscamos refugio en el pasado, incluso si fue doloroso.
- Heridas emocionales no sanadas: Traumas, pérdidas o experiencias negativas que no hemos procesado siguen afectándonos.
- Creencias limitantes: Pensamientos como “si hubiera hecho esto diferente…” nos mantienen atrapados en lo que pudo ser y no fue.
- Apego a la identidad del pasado: Nos definimos por lo que fuimos y no nos permitimos evolucionar.
¿Cómo dejar de vivir en el pasado y centrarse en el presente?
Para vivir el presente, debemos tomar conciencia de que el pasado ya no tiene poder sobre nosotros, a menos que se lo permitamos. Aquí hay algunas estrategias efectivas:
✅ Aceptación: No podemos cambiar lo que pasó, pero sí podemos cambiar nuestra percepción sobre ello.
✅ Reprogramación mental: Sustituir pensamientos negativos por afirmaciones positivas y constructivas.
✅ Atención plena (mindfulness): Practicar la presencia consciente en cada momento para evitar que la mente divague hacia el pasado.
✅ Sanación emocional: A través de terapia, meditación o técnicas como la biodecodificación podemos liberar las emociones atrapadas.
✅ Construcción de un nuevo presente: Enfocarnos en lo que sí podemos hacer hoy para mejorar nuestra vida.
Ejercicios para soltar el pasado y vivir el presente
- Ejercicio de la carta de despedida
- Escribe una carta a tu pasado, expresando todo lo que necesitas decir. Agradece lo aprendido, pero deja en claro que ya no te define.
- Luego, rómpela, quémala o guárdala como símbolo de que estás listo para avanzar.
- Ejercicio de anclaje al presente
- Cierra los ojos y respira profundamente.
- Presta atención a los sonidos, olores y sensaciones físicas que te rodean.
- Di en voz alta: “Estoy aquí y ahora. Mi presente es lo único que existe y lo abrazo con gratitud.”
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