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Cuando nada me motiva en esta vida, ¿Qué hacer? Una perspectiva psicoterapéutica

Cuando nada me motiva en esta vida, ¿Qué hacer? Una perspectiva psicoterapéutica

La desmotivación del humano

Como psicoterapeuta, con más de dos décadas de experiencia en el acompañamiento de personas que enfrentan desafíos emocionales profundos, he presenciado innumerables veces el peso abrumador de la apatía: ese estado en el que nada parece motivar, donde la vida se siente como una rutina vacía, sin propósito ni energía. «Cuando nada me motiva en esta vida, ¿Qué hacer?», es una pregunta que resuena en mi consulta con frecuencia, especialmente en un mundo acelerado por la ex-pandemia, el estrés laboral y las demandas constantes de la sociedad moderna.

Esta falta de motivación, no es solo un «mal día»; puede ser un síntoma de algo más profundo, como la depresión, el burnout o una desconexión existencial. En este post, exploraré este fenómeno desde una lente terapéutica, basándome en evidencia científica, casos psicoterapéuticos anónimos y estrategias prácticas.

Mi objetivo, es ofrecer no solo comprensión, sino herramientas accionables para recuperar esa chispa vital. Dividiremos el contenido en secciones para mayor claridad, cubriendo causas, impactos, estrategias de intervención y caminos hacia la recuperación.

Entendiendo la falta de motivación: Más allá de la pereza

La motivación, es el motor interno que nos impulsa a actuar, perseguir metas y encontrar placer en la vida cotidiana. Cuando esta se ausenta, surge la apatía —un estado de indiferencia emocional y conductual, donde incluso las actividades que antes disfrutábamos pierden su atractivo. En psicología, distinguimos entre motivación intrínseca (impulsada por el placer inherente) y extrínseca (por recompensas externas). La pérdida de ambas, puede llevar a un ciclo vicioso donde el individuo se pregunta: «¿Por qué nada me motiva?»

Desde mi práctica, observo que esta condición no es mera «pereza», como a menudo se estigmatiza. Es una respuesta adaptativa a sobrecargas emocionales o ambientales. Según estudios, la falta de motivación crónica, afecta a un porcentaje significativo de la población, exacerbada por factores como el aislamiento social post-pandemia. En terapia, exploramos cómo esta apatía, puede manifestarse en síntomas como procrastinación, fatiga constante o anhedonia —la incapacidad para sentir placer.

Un paciente mío, un profesional de 40 años, describía su vida como «un desierto emocional»: nada le motivaba, ni el trabajo, ni las relaciones, ni hobbies pasados. A través de sesiones, descubrimos raíces en un burnout no reconocido, ilustrando cómo la motivación no se pierde por capricho, sino por acumulaciones no atendidas. Porque si se deja pasar todo, en un momento dado, llega esa desmotivación por la vida.

Causas psicológicas y biológicas de la apatía

Para responder «¿qué hacer?», primero debemos entender «¿por qué?». Las causas de la falta de motivación son multifacéticas, abarcando aspectos psicológicos, biológicos y ambientales. Y aunque no lo parezca, es así.

En el ámbito psicológico, la depresión es una causa principal. La depresión mayor, afecta los circuitos neuronales de recompensa, reduciendo la dopamina —el neurotransmisor asociado al placer y la motivación.

Personas con depresión a menudo experimentan anhedonia, donde actividades placenteras se sienten neutras o incluso aversivas. Otro factor, es el burnout, que es el resultado del estrés crónico laboral o personal, que agota recursos emocionales y lleva a una desconexión. En mi experiencia, pacientes con burnout reportan una «fatiga emocional» que hace que incluso levantarse de la cama parezca imposible.

Dormir, no pensar

Dime, ¿Cuántas veces queremos quedarnos en la cama para no pensar y entonces cerramos los ojos para no ver el mundo ni pensar dedicándonos a dormir?

La falta de propósito o dirección, también juega un rol clave. Sin metas alineadas con valores personales, la vida se siente vacía. Esto, se ve en transiciones vitales, como jubilación o cambios de carrera, donde la ausencia de estructura erode la motivación. Además, el miedo al fracaso paraliza: la anticipación de errores genera evitación, reforzando la inactividad. En terapia cognitivo-conductual (TCC), identificamos creencias limitantes como «nada vale la pena» que perpetúan este ciclo.

Biológicamente, desequilibrios hormonales como bajos niveles de testosterona o problemas tiroideos pueden contribuir. Condiciones como el TDAH o trastornos del sueño interrumpen la concentración y energía, simulando apatía. Ambientalmente, factores como la pandemia han incrementado el aislamiento, reduciendo interacciones sociales que nutren la motivación. Otros incluyen dietas pobres, falta de ejercicio o exposición crónica a estrés, que deplecionan reservas energéticas.

Dos casos con final de responsabilidad

En algunos casos, una combinación de estos factores, es común. Por ejemplo: una joven de 28 años llegó a terapia con apatía total; exploramos cómo su ansiedad no tratada (psicológica) se sumaba a insomnio crónico (biológico) y un trabajo sin sentido (ambiental), creando un torbellino de desmotivación.

También, el caso de una ex compañera de colegio en la que se había tratado de quitarse la vida, porque nada la motivaba, aún teniendo un hijo de 3 años, que supuestamente era su vida y sus ojos. Se dedicaba a dormir y tomar pastillas que le nublaban la mente. No había sido una vez que quiso irse del otro lado del velo, pero su mente estaba distorsionando sus realidades. Le hice ver, todas las cosas positivas que tenía en la vida. Lo negativo que ella veía y vivía no era lo correcto. Juntas hablamos, hasta que decidió responsabilizarse por si misma. Hoy es una mujer feliz con un hijo de 32 años.

Impactos en la salud mental y física si no se aborda

Ignorar la falta de motivación, puede tener consecuencias graves. Mentalmente, lleva a un aumento en la depresión y ansiedad. La apatía crónica, fomenta rumiación —pensamientos repetitivos negativos— que profundizan la desesperanza. Estudios, muestran que la procrastinación asociada incrementa el estrés, afectando el bienestar general. En mi práctica, pacientes con apatía prolongada desarrollan baja autoestima, sintiéndose «fallidos» por no «motivarse solos».

Físicamente, la inactividad derivada agrava problemas como obesidad, enfermedades cardíacas y debilidad inmunológica, ya que el estrés crónico eleva cortisol. Condiciones crónicas como diabetes, se vinculan bidireccionalmente con la depresión. Socialmente, la apatía aísla, rompiendo relaciones y perpetuando soledad.

Sin intervención, este estado puede escalar a ideación suicida en casos severos, destacando la urgencia de actuar. Sin embargo, la buena noticia es que la motivación, se puede reconstruir con enfoques terapéuticos.

Estrategias terapéuticas para recuperar la motivación

¿Qué hacer cuando nada motiva? Como terapeuta, recomiendo un enfoque holístico: terapia, cambios de estilo de vida y prácticas diarias amén de practicar yoga, mindfulness, escuchar música relajante. Lo importante aquí, es conectar con tu esencia. Volver a recordar, quién eres en realidad. Porque eres un alma en continuo aprendizaje en este plano.

Primero, te diría que busques ayuda profesional. La TCC, es efectiva para desafiar pensamientos negativos que bloquean la motivación. En sesiones, reestructuramos creencias como «no vale la pena intentar» a «pequeños pasos generan cambio». Para apatía ligada a depresión, la terapia interpersonal o mindfulness-based cognitive therapy (MBCT) ayudan a reconectar con emociones olvidadas. Es una ventaja para reconectar contigo misma/o.

Establece metas pequeñas y realistas. Rompe tareas en «micro-acciones»: en lugar de «hacer ejercicio», empieza con «ponerte zapatillas y empezar a caminar». Esto, genera dopamina a través de logros acumulados. Incorpora rutinas: ejercicio regular eleva endorfinas, combatiendo apatía. Nutrición equilibrada y sueño adecuado, son fundamentales para vivir una vida saludable.

Mindfulness y meditación

Prácticas de mindfulness y meditación fomentan la presencia, reduciendo rumiación. Ejercicios como journaling de gratitud, reconectan con aspectos positivos. Terapias somáticas, como experiencia somática, abordan apatía corporal.

Cultiva autocompasión: trata la apatía con empatía, no con juicio. Conecta socialmente: apoyo de amigos o grupos reduce aislamiento.

En algunos casos, combinar estas estrategias ha transformado vidas. Un paciente recuperó motivación mediante metas semanales y mindfulness, pasando de apatía a engagement activo. Ojo, esto no es que es de un día para otro el cambio, pues lleva meses o años, según tú pongas empeño y cambies de actitud.

Camino a la recuperación: Historias de esperanza

La recuperación no es lineal, pero es posible. En terapia, enfatizo paciencia: celebrar progresos pequeños. Varios estudios, muestran que intervenciones como arteterapia o musicoterapia, ayudan en apatía. Si persiste, considera medicación para condiciones subyacentes, aunque no es aconsejable.

Conclusión: Encendiendo la chispa interna

Cuando nada motiva, no estás solo ni «roto». Es una señal para pausar, explorar y actuar. Con terapia y prácticas diarias, puedes recuperar propósito. Si resuenas, busca ayuda —el primer paso es el más valioso.

Ejercicios prácticos

  1. Ejercicio de micro-metas diarias: Dedica 10 minutos al día. Lista tres acciones pequeñas alineadas con un valor personal (ejemplo: «caminar 5 minutos» para salud). Realízalas y registra cómo te sientes después. Esto, construye momentos mediante refuerzo positivo.
  2. Ejercicio de gratitud y mindfulness: Siéntate 5 minutos, respira profundamente. Escribe tres cosas por las que estás agradecido, y visualiza cómo contribuyen a tu vida. Repite diariamente para reconectar con placeres simples.

Taller online: Recuperando la motivación: Estrategias para una vida con propósito

Este taller de 2 horas para 8-15 participantes, incluye teoría sobre causas de apatía, ejercicios prácticos y planes personalizados.

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About Conexion Mental y Corporativo

Viviana González De Marco es Psicoterapeuta y Coach Empresarial.

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