Creencias sobre las palabras éxito y fracaso ¿Por qué existen?

Creencias sobre éxito y fracaso: ¿Realmente existen?
¡Oh, amigos, qué palabras tan traicioneras son “éxito” y “fracaso”! Esas dos palabras que nos persiguen como sombras insistentes, susurrándonos al oído que somos genios o desastres según el día. Desde el Psico-Coaching Integrativo, vamos a desentrañar estas creencias con un toque de humor (porque reírnos de nosotros mismos, es gratis) y un poco de seriedad (porque, sí, esto importa).Si te digo que las creencias sobre las palabras éxito y fracaso no existen en realidad… ¿Estarían listos para cuestionarlas y hallar una respuesta correcta? ¡Adelante!
¿Por qué no debemos creer ciegamente en “éxito” y “fracaso”?
Primero, dejemos algo claro: estas palabras son inventos humanos, como el ketchup o los calcetines con sandalias. No son verdades universales grabadas en piedra. El “éxito” a menudo se mide por dinero, títulos o likes en X, mientras que el “fracaso” nos pinta como los villanos de nuestra propia película. Pero, ¿y si te digo que son solo etiquetas que nos ponemos como si fuéramos a un concurso de disfraces?
Desde un enfoque integrativo, estas creencias nos limitan porque:
- Son temporales: Lo que hoy es un “fracaso” (¡oh, no, se me quemó el pastel!) puede ser mañana una lección épica.
- Son subjetivas: ¿Quién decide qué es éxito? ¿Tu jefe? ¿Tu tía? ¿El algoritmo de Instagram o tik tok? ¿Una sociedad hipócrita que recién está despertando?
- Nos desconectan del presente: Corremos tras el “éxito” o huimos del “fracaso” sin disfrutar el camino, que, por cierto, es donde pasa la vida real.
Así que, en lugar de adorarlas como dioses, mejor las ponemos en un pedestal pequeño y las miramos con escepticismo. ¡Son solo palabras, no tu destino! Todos tenemos luces y sombras en nuestra vida y no por eso nos tienen que tildar si eres un éxito o un fracaso.
¿Cómo nos afectan mentalmente?
Mentalmente, estas creencias son como ese amigo que siempre exagera: te suben a las nubes con un “éxito” y te hunden en el fango con un “fracaso”. Esto crea un sube y baja emocional que agotaría hasta a un atleta olímpico. La autoconciencia (¡sí, esa superheroína interna!) nos muestra que:
- El “éxito”, puede inflar el ego y hacernos adictos a la validación externa.
- El “fracaso”, nos paraliza con miedo y autocrítica, como si fuéramos protagonistas de una telenovela dramática.
- Ambas nos desconectan de nuestro propósito real, ese que no depende de medallas ni tropiezos.
La buena noticia: con un poco de humor y práctica, podemos soltar estas cadenas mentales y vivir más ligeros. ¿Cómo? Sigue leyendo para los ejercicios (¡prometo que no muerdo!).
Cómo desterrar las palabras éxito y fracaso y dejar de creer en ellas
¡Es hora de librarnos de esas dos molestas palabras: “éxito” y “fracaso”! Como si fueran invitados que se quedaron demasiado tiempo en la fiesta, ya es momento de mostrarles la puerta. Desde un enfoque práctico y con un guiño de humor, te guío para desterrarlas de tu mente y dejar de darles poder. Olvídate de ellas como quien olvida dónde dejó las llaves (¡y sin estrés!). Aquí va el plan:
Paso 1: Reconócelas como impostoras
Primero, admite que “éxito” y “fracaso”. son solo cuentos que nos contamos. No son hechos, sino juicios disfrazados. ¿Quién dijo que ganar un premio es éxito y perder un trabajo es fracaso? Probablemente alguien con demasiado tiempo libre. Reconoce que son etiquetas temporales y subjetivas, no tu esencia. Di en voz alta: “¡Fuera, impostores, no me definen!”
Paso 2: Redefine tu narrativa
En lugar de usar esas palabras, crea un vocabulario propio. Cambia “éxito” por “progreso” o “aprendizaje en curso” y “fracaso” por “oportunidad de ajuste”. Por ejemplo: si no lograste algo, no es un fracaso, ¡es una audición para la próxima gran lección! Escribe tres situaciones recientes y reetiquétalas con palabras nuevas. Esto le quita su trono mental.
Paso 3: Haz un ritual de despedida
Desterrarlas requiere un adiós simbólico. Toma una hoja, escribe “éxito” y “fracaso” (puedes añadirles un dibujito gracioso como sombreros ridículos), y luego rómpela, quémala (con cuidado) o tírala al reciclaje mientras dices: “Gracias por la visita, pero no vuelvan”. Este acto físico, ayuda a tu cerebro a soltarlas.
Paso 4: Enfócate en el proceso, no en el resultado
Olvida la meta final y abraza el camino. Pregúntate: ¿Qué disfruté hoy? ¿Qué aprendí? Si te obsesionas con “éxito” o temes “fracaso”, pierdes de vista el presente. Practica esto diario: anota una cosa que te hizo sentir vivo hoy, sin juzgar si fue “buena” o “mala”.
Paso 5: Refuerza con autocompasión
Cada vez que esas palabras intenten colarse, trátalas con humor y amabilidad. Di: “Oh, intentaron volver, ¡qué graciosos!” y respira profundo. Reemplázalas con afirmaciones como: “Soy un ser en evolución, y eso me basta”. Con el tiempo, su eco se desvanecerá.
Desterrar “éxito” y “fracaso” no es magia, sino un ejercicio de libertad mental. ¡Prueba estos pasos y verás cómo tu mente se siente más ligera, como si hubieras dejado de llevar un paraguas en un día soleado!
Ejercicios prácticos para soltar las creencias
Ejercicio 1: El funeral de “éxito” y “fracaso”
Objetivo: Darle un adiós gracioso a estas palabras para liberar su poder sobre ti.
Instrucciones:
- Toma una hoja y escribe “Éxito” y “Fracaso” como si fueran nombres de personajes ridículos (ejemplo: “Sir Éxito el Presumido” y “Doña Fracaso la Dramática”).
- Dibuja un pequeño ataúd (¡sí, con garabatos!) y “entierra” esas palabras con una nota sarcástica, como: “Gracias por nada, ahora a descansar”.
- Haz una pequeña ceremonia imaginaria: pon música alegre, baila un poco y di en voz alta: “Adiós, etiquetas tontas, ¡me quedo con mi historia!”.
- Guarda la hoja o rómpela si te sientes liberado.
Duración: 15 minutos. Hazlo cuando sientas que estas palabras te pesan.
Ejercicio 2: Reencuadre con humor
Objetivo: Transformar los “éxitos” y “fracasos” en aprendizajes con una sonrisa.
Instrucciones:
- Piensa en un momento reciente que etiquetaste como “éxito” o “fracaso” (ejemplo: un proyecto genial o un error garrafal).
- Escribe tres cosas graciosas o absurdas que aprendiste de eso (ejemplo: “Aprendí que mi pastel quemado es arte abstracto”).
- Cambia la etiqueta por una nueva, más neutra y divertida (ejemplo: “Experiencia de repostería experimental”).
- Repite en voz alta: “Esto no me define, ¡me divierte!” y ríe un poco.
Duración: 10-15 minutos. Practica cuando necesites un cambio de perspectiva.
Invitación para profundizar
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